El áspero contraste del discurso del presidente Alberto Fernández con el del resto de sus pares durante la cumbre virtual en el 30 aniversario de la creación del Mercosur mostró hoy que el diálogo sobre la apertura comercial al resto del mundo es el más recalentado en la historia de la periódica cita de mandatarios del mayor bloque de América Latina.
“No queremos ser un lastre para nadie. Si somos un lastre, tomen otro barco. Pero lastre no somos de nadie”, subrayó Fernández al cerrar la cumbre y luego de escuchar alegatos de los presidentes de Brasil. Paraguay y Uruguay en favor de reducir los aranceles externos del Mercosur para tener una mayor apertura..
«Si nos hemos convertido en una carga, lo lamento. La verdad es que no queremos ser una carga para nadie. Una carga es algo que hace que a uno lo tiren de un barco y lo más fácil es bajarse del barco si la carga pesa mucho”, insistió.
Mirando a cámara con gesto adusto, Fernández pidió terminar con “esas ideas que ayudan tan poco” a la unidad.
El de hoy fue uno de los contrapuntos más duros de los ya registrados en las cumbres semestrales de presidentes del Mercosur celebradas desde 1991. Sin dudas el más duro desde que comenzó el debate del arancel externo común, en 1994.
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, se retiró del encuentro virtual antes de que concluyera el mensaje de su par argentino, cosa que hizo notar el canciller Felipe Solá. Otro síntoma de las diferencias ideológicas con el mandatario brasileño, que a diferencia de Fernández suele hacer comentarios polémicos y poco diplomáticos sobre la actualidad Argentina.
Tanto Bolsonaro como el presidente de Paraguay, Miguel Abdo Benítez, y el de Uruguay, Luis Lacalle Pou, plantearon la idea de “flexibilizar” la dinámica del Mercosur para lograr una mayor integración global.
La cuestión del arancel externo común es motivo de discusiones desde hace años, hasta el punto de que cada país tomó medidas individuales con o sin autorización previa del resto de los socios del bloque creado el 26 de marzo de 1991, cuando se firmó el Tratado de Asunción en la capital paraguaya.
Fueron las palabras del mandatario uruguayo las que despertaron la picante respuesta de Fernández.
«Uruguay necesita avanzar, nuestro pueblo nos exige avanzar en el concierto internacional y por eso vamos a proponer formalmente que se discuta en la mesa el tema de la flexibilización”, sostuvo el mandatario uruguayo.
“Casi todos los presidentes que hablaron antes que yo hablaron de pragmatismo, me quiero subir a ese concepto, librado de ideologías. Obviamente que el Mercosur pesa, obviamente que su producción pesa en el concierto internacional, lo que no debe y no puede ser es que sea un lastre”, agregó Lacalle Pou.
Fue por ello que Fernández sostuvo que la Argentina no quiere «ser un lastre para nadie» y llegó al extremo de invitar al resto de los socios a «tomar otro barco».
Paraguay y Uruguay, los socios con menor grado de desarrollo industrial y peso económico son los que más han insistido en reducir los aranceles externos, si bien ambos cuentan con la mayor cantidad de excepciones autorizadas por el Tratado de Ouro Preto, firmado en 1994 en la ciudad brasileña homónima, que puso en marcha la unión aduanera del Mercosur a partir de 1995.
La reacción de Fernández tiene un antecedente: en la cumbre de junio de 1994 en Buenos Aires, que debatió el arancel externo con vistas a la diciembre en Ouro Preto, el por entonces ministro de Economía Domingo Cavallo tuvo que retractarse de haber dicho «al que no le guste que se vaya», en referencia a que con Argentina y Brasil era «suficiente» para formar el Mercosur. Uruguay y Paraguay, que amenazaron con hacerle caso a Cavallo, aceptaron la retractación del ministro argentino.

La actual posición aperturista del Gobierno de Brasil se explica por la ideología liberal y derechista de Bolsonaro, si bien hay antecedentes de presiones de grandes conglomerados empresarios brasileños en favor de reducir aranceles externos e incluso sugerir la salida del Mercado Común del Sur, el nombre formal del Mercosur.
Fernández, que además ejerce la presidencia temporaria y rotativa del bloque, había abierto el encuentro con un «balance honesto» en el que repasó los «logros alcanzados, las deudas pendientes, y desafíos».
Después de hablar de la integración en diversos sectores, el presidente argentino abogó por una «visión pragmática» en materia comercial que plantee «una agenda de mediano plazo» para una integración «a favor» de los sectores productivos locales, es decir una política proteccionista.
Con ello aludió al debate por el arancel externo común (AEC), la «barrera arancelaria» que todos los países del bloque adoptan frente a terceros mercados que, según Fernández «está en revisión».
«No creemos que una reducción del arancel externo común parcial y lineal para todo el universo arancelario sea el mejor instrumento frente a la posibilidad de nuevos acuerdos con otros países», apuntó.
Por su parte, Bolsonaro se limitó a pedir las medidas necesarias para facilitar la inserción del bloque en las «cadenas mundiales de valor» a través de «reglas que valoren el clima de negocios», una política aperturista en sintonía con lo que reclaman Paraguay y Uruguay.
Fuentes diplomáticas argentinas señalaron que en las últimas semanas, Brasil redujo aranceles de importación «de manera unilateral», como también lo hizo en otras ocasiones la Argentina, a pesar de que todos los socios del bloque están comprometidos a respetar el arancel externo común.
Sorprendió la vehemencia con la que Lacalle Pou aludiera hoy a la necesidad de eliminar aranceles que son un «lastre» y un «corsé» para el desarrollo uruguayo.
Brasil es el socio mayor del Mercosur con un peso económico del orden del 75%, seguido por la Argentina con alrededor 23%, mientras que el resto se reparte entre Uruguay y Paraguay.
El Mercosur es actualmente una unión aduanera imperfecta por los sucesivos cambios individuales al arancel externo común, más imperfecta aún porque el libre comercio entre sus socios se ve afectado a veces por trabas para arancelarias que desatan conflictos.
Otro ejemplo es que a 30 años de la creación del bloque, Argentina y Brasil no se han puesto de acuerdo en el libre comercio de azúcar. Se han cansado de acusarse mutuamente de subsidiar sus producciones y hace mucho tiempo que no se debate el asunto.
El debate sobre la política arancelaria del bloque no está cerrado y tendrá un próximo capítulo en la reunión de cancilleres prevista para el próximo 22 de abril.
Deja tu comentario