La denuncia contra la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, por presunta manipulación de estadísticas en favor de China pone en dudas la continuidad de la economista búlgara al frente del organismo, hasta el punto de que la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yelen, «ya no le atiende el teléfono», según la prensa estadounidense.
Desde mediados de mes, Georgieva es acusada de intervenir indebidamente a favor de China en un informe del Banco Mundial (BM), al que dirigió hasta 2019, cuando pasó al FMI. El Comité de Ética del organismo multilateral ya analiza los datos aportados por el informe del BM, su «entidad gemela».
Un informe que el Banco Mundial encargó a un bufete de abogados apunta a la funcionaria por presuntas presiones para mejorar los datos de China con vistas al evento Doing Business 2018 (Haciendo Negocios 2018) auspiciado por la entidad bancaria.
“Los cambios en los datos de China en Doing Business 2018 parecen ser el producto de dos tipos distintos de presión aplicada por el liderazgo del banco en el equipo de Doing Business”, señala el informe.
Alude así a la conducta de Georgieva para “realizar cambios específicos en los datos de China en un esfuerzo por elevar su clasificación en el mismo momento en que se esperaba que el país desempeñara un papel clave en la campaña de aumento de capital del banco”.
El asunto aparece como una complicación más en las negociaciones de Argentina con el FMI para refinanciar deudas por 45.000 millones de dólares contraídas en el acuerdo «stand by» firmado en 2018, dado que el Gobierno de Alberto Fernández, en particular el ministro de Economía, Martín Guzmán, mantiene buenas relaciones con Georgieva, factor al que considera clave para cerrar trato.
La secretaria del Tesoro de EEUU “se ha negado a devolver las llamadas de la atribulada directora del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, desde que estalló el escándalo, lo que indica que la negativa de la administración Biden a apoyarla va más allá de sus declaraciones públicas”, apuntó en estos días la agencia estadounidense de noticias económicas Bloomberg.
Yellen y Georgieva habían mantenido múltiples contactos durante el proceso de aprobación de una emisión extraordinaria de derechos especiales de giro (DEG, canasta de monedas) del FMI por 650.000 millones de dólares que se distribuyeron entre los socios del organismo en agosto pasado, cuando Argentina recibió su parte de un equivalente a 4.350 millones de dólares.
El escándalo del FMI se trasladó de inmediato al Senado estadounidense, donde varios legisladores reclamaron a Yellen que intervenga en el asunto para esclarecer la conducta de Georgieva y tome las medidas que sean necesarias para desplazarla en caso de que sea culpable de favorecer a China.
La legisladora Maxine Waters, (Demócrata, California), presidente del Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes, dijo la semana pasada que los hallazgos del informe del Banco Mundial eran “muy preocupantes”. Además consideró que la situación afecta la reputación del Banco Mundial y pone en dudas el liderazgo del FMI.
Estados Unidos es el mayor accionista del FMI y del Banco Mundial, liderazgo que gestiona la Secretaría del Tesoro que conduce Jante Yellen. Una histórica norma no escrita dicta que, salvo casos excepcionales, la dirección del Fondo Monetario debe estar en manos de un europeo y la del Banco Mundial a cargo de un estadounidense, en los dos casos con el beneplácito de Estados Unidos.
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